Diferenciar lingüísticamente entre evidencias e inferencias como hábito

 

Tenés cuatro poderes; pensar, sentir, hablar y actuar. ¿Lo estás utilizando de la mejor manera? ¿Estás asumiendo el regalo de la responsabilidad por lo que podés controlar? ¿Sabés cómo hacer buen uso de ellos? Pues para comunicarnos, necesitamos utilizar al máximo nuestras habilidades cognitivas, así como gestionar de la mejor manera las emociones y tomar decisiones que promuevan el bienestar de las partes involucradas, para todo ello la clave está en el uso del lenguaje, es decir, tu poder de, hablar.

Hemos aprendido a hablar para comunicarnos. Cuando digo comunicarnos no necesariamente me refiero a hacerlo de forma efectiva sino más bien básica, de la misma manera que podríamos comunicarnos al otro lado del mundo con alguien no hable nuestro mismo idioma mas aún así logramos nuestro objetivo; comida, techo, la dirección para llegar a un centro de interés, etc. Como seres sociales somos increíbles y por una necesidad de conexión podemos lograr muchas cosas. Pero te pregunto, ¿será que sabés cómo ser más preciso a la hora de hablar, evitar malos entendidos y construir una realidad compartida?

El lenguaje es muy seductor, con él construimos figuras lingüísticas que hipnotizan dejándonos llevar por el sonido de las palabras y el estímulo que nos dan para ir a nuestro mapa de la realidad y darle sentido con los marcos de referencia propios. De hecho, este es el principio sobre el cuál se basan las técnicas de hipnósis; la capacidad de desconectarte del mundo exterior y utilizar tu mundo interior para darle sentido a la experiencia. De cierta manera, cada vez que viajás de un punto “a” a un punto “b” y al llegar no recordás el trayecto, cada vez que estás hablando con tu amigo y de repente te pusiste a pensar en el trabajo o cualquier otra cosa, cada vez que te sentás a ver una buena película, etc. Has estado en estado de hipnósis. La comunicación es: poner en común. La comunicación es crear una realidad compartida, es decir, poder transmitir la película interna con los detalles necesarios como para que la otra persona pueda reproducirla en el teatro de su mente, es poder pintar el cuadro que los demás tienen en su interior.

 

Lenguaje sensorial y Lenguaje Evaluativo

Si querés comunicar de forma efectiva es necesario que sepás distinguir entre la evidencia y las inferencias; el lenguaje sensorial del evaluativo. Es que nuestra manera natural de hablar es ambigua y altamente hipnótica. Tan solo tomá una palabra y buscá su significado en el diccionario, te encontrarás más de uno y además la mayoría de personas ni siquiera toman estas definiciones como referencia. Utilizar el lenguaje de precisión es relativamente sencillo mas requiere de un cambio de hábitos y por supuesto tener clara la diferencia. Cuando sos capaz de escuchar las evaluaciones en el lenguaje y hacer las preguntas necesarias, aumentás las posibilidades de comprender realmente el mapa del otro y de llegar a acuerdos. La comunicación efectiva comienza con la información sensorial.

La información sensorial es la primera primera que llega a tu mente, a través de tus sentidos; gusto, olfato, visual, auditivo, kinestésico. Con esta información creas una película interna en representación de la experiencia. Como la representación sensorial es la primera que llega a nuestra mente, entonces al prestarle atención podemos editarla.

Por otro lado, la información evaluativa es algo diferente. Luego de representar, evaluás. Colocás la experiencia en diferentes categorías y la comparás con otra información, inclusive, valorás utilizando diferentes criterios. Generalizando, distorsionando y eliminando información. Cuando evaluás, hacés inferencias que resultan ser validas o inválidas, llegando a conclusiones. Al evaluar pensás abstractamente basándote en generalizaciones, conclusiones, creencias, intenciones, preconcepciones, etc. Esto sucede rápidamente en cuestión de fracciones de segundo y con un marco de referencia “egocéntrico”, es decir, basado en tu mapa del mundo.

Ejemplo: Tu pareja te dice: “¿Ya pagaste el recibo del agua?” y en tu mente se dispara un pensamiento “¡qué necio!, siempre lo pago a tiempo…” y tu experiencia es congruente con tu evaluación. Lo que es versus lo que inferís.

 

¿Querés saber qué tipo de lenguaje estás utilizando vos o los demás?

Es fácil, solo prestá atención a si lo que se ha dicho se puede poner sobre una mesa. Si lo expresado no es algo que se pueda ver, tocar, sentir o escuchar, no es una evidencia. No podés poner “el esfuerzo, el orden, el sentido común, la motivación, el compromiso” sobre una mesa, lo cuál nos indica que son evaluaciones— cosas de la mente. Literalmente son palabras hipnóticas y que promueven las inferencias.

La mayoría de personas tienen una inclinación natural por dejarse seducir por el lenguaje evaluativo(que resulta hipnótico) lo cuál les aleja de distinguir entre las inferencias y la evidencia. Como cuando alguien nos dice “esto es injusto, no me ha tratado como me lo merezco, es una ingratitud” y nosotros alucinamos nuestros significados personales sobre las palabras poco específicas como justicia e ingratitud. En el mundo sensorial no existe la “justicia”, “ingratitud”, “la bondad”, “la maldad”, etc. Es necesario preguntar para comprender el mapa de la otra persona. ¿Qué querés decir al utilizar esta palabra? ¿Qué significa esto para vos? ¿Cómo sabés que esto es X? Si pudiera ver eso a lo que te referís y si pudiera escucharlo, ¿qué vería y que escucharía?

 

Que tu nuevo hábito sea distinguir las inferencias de la evidencia

La clave para hacer buen uso del lenguaje es reconociendo la diferencia entre lo evaluativo y lo sensorial. El lenguaje evaluativo es abstracto, ambiguo, no tangible. El lenguaje sensorial nos permite tener los insumos necesarios como para crear una película detallada. Momento a momento te podés preguntar, ¿será que estoy hablando sensorialmente o de forma evaluativa? Cuando decís que alguien es raro, hipócrita, incongruente, amable, sensible, empática, perspicaz, date cuenta de que no estás hablando con precisión. Este no es lenguaje sensorial. Este es el lenguaje evaluativo, o sea, el lenguaje hipnótico con referencia en tus significados personales. Para solucionarlo hacé preguntas de precisión porque si no lo hacés vas a dejarte llevar en un trance con dirección a malos entendidos.

Si no lográs hacer esta distinción no llegarás mejorar la calidad de tu comunicación y si no mejorás la calidad de comunicación, esto tendrá un impacto directo en la calidad de tus relaciones y por consiguiente en tu vida. Sin darte cuenta estarás imponiendo tus juicios, expectativas y significados en los otros. Y aunque tengás la gran intención de comunicarte de la mejor manera y entender a los demás, no estarás sino viendo una distorsión de ellos. Tus juicios y evaluaciones se pueden escabullir sutilmente haciendo casi imposible la buena comunicación. Trabajar en distinguir el lenguaje basado en lo sensorial del lenguaje evaluativo es el acto más empático que podés hacer por quienes te rodean, porque es la única manera en que comprenderás efectivamente su mundo interior. De igual manera vos podrás darte cuenta cuando estás utilizando el lenguaje vago y asumir la responsabilidad para especificar y compartir con la otra persona en un espacio que promueva construir realidades compartidas. Estás llamada a utilizar tus poderes personales en todo su potencial, siendo observadora y crítica de tu experiencia personal y reconociendo a un nivel superior la calidad del lenguaje que usás.

 

Jorge

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